La conducta violenta y los trastornos mentales son dos temas que a menudo se confunden y se relacionan entre sí. Sin embargo, existen diferencias fundamentales entre ellos. La conducta violenta se refiere a un comportamiento intencional y agresivo que puede causar daño físico y/o emocional a otras personas. Puede ser resultado de una variedad de factores, biológicos, incluyendo conflictos personales, adicción a sustancias, falta de autorregulación emocional, una historia de abuso o sociales.
Por otro lado, los trastornos mentales son condiciones mentales que pueden afectar la forma en que una persona piensa, siente y actúa. Algunos de estos trastornos, pueden aumentar el riesgo de conducta violenta. Sin embargo, la mayoría de las personas con trastornos mentales son pacíficas y, de hecho, son más propensas a ser víctimas de violencia que a cometerla.
A menudo al leer noticias en prensa o redes sociales, se subraya la condición de enfermedad mental de la persona que comete el delito, ayudando a perpetuar el estigma social y el prejuicio. Cuando según las últimas investigaciones, la mayoría de las conductas violentas (ya sean verbales, psicológicas o físicas), son emitidas por personas que no tienen un diagnóstico de enfermedad mental. Es importante destacar que la conducta violenta tiene un gradiente que puede ir desde un insulto verbal, una falta de respeto, hasta un delito.
Creemos que como sociedad, no hemos llegado a investigar lo suficiente en el abordaje de la violencia, ponemos el foco en las víctimas (cuya atención es prioritaria, seguro), pero si el agresor no recibe más atención que las medidas judiciales, posiblemente reitere sus conductas agresivas, puesto que la mera protección a las víctimas no conlleva un cambio ni a nivel personal, ni a nivel familiar ni a nivel social. Proteger y garantizar la libertad de las personas debe ser prioritario. Pero investigar sobre las causas de la violencia así como soluciones para abordarla, también.
Es fundamental comprender la diferencia entre la conducta violenta y los trastornos mentales para garantizar un abordaje efectivo y eficaz en el tratamiento y la prevención de ambos. La colaboración entre profesionales de la salud mental, sociología, antropología, filosofía, periodismo y de la justicia son claves para abordar este complejo problema de manera eficaz y ayudar a
diferenciar unos conceptos de otros.
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